Los dientes son la única parte del cuerpo humano que no se regeneran por sí mismos; por eso la detección precoz de las caries (infección del diente) es fundamental para evitar males mayores.
El verano es la estación del año más perniciosa para la salud bucodental de los más pequeños, pues no sólo disminuye en frecuencia e intensidad la higiene oral, sino que además aumenta la ingesta de azúcares, derivada de la amplia oferta de helados y refrescos, y se registra un mayor número de traumatismos en la dentición, fundamentalmente durante la práctica de actividades acuáticas.
Recomendamos las revisiones periódicas en niños desde la erupción del primer diente, para habituarle al medio odontológico e instruir a los padres y madres en medidas preventivas de higiene oral y dietéticas con las que evitar la aparición de caries en el paciente infantil, que es la enfermedad crónica más común en este grupo de población. La frecuencia de estos chequeos dependerá del riesgo individual de cada paciente, aunque se recomienda realizar al menos uno al año.
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